Fin del idilio
Los buenos precios –extraordinarios precios– le han dado la espalda a la economía boliviana, dejando en posición incómoda a los funcionarios que habían decidido atribuirse los méritos del boom, pero ahora llega también el despertar del sindicalismo ya sin ataduras con el gobierno.
Estos dos idilios llegan a su fin al mismo tiempo, cuando las angustias del gobierno están concentradas en los bajos niveles de aprobación de la ciudadanía y el clima de desbande que se da en la ensalada rusa que es la alianza de organizaciones sociales que maneja el país.
A los bajos precios de las materias primas que el país sigue exportando sin esperanzas de mejorar de rubro, se añade ahora una caída de la producción de gas natural, consecuencia de la sequía de inversiones en exploración que siguió a la “nacionalización” de 2006.
Y la crisis de la minería estatal, que se suma al bajón de los precios que siguió a los espectaculares niveles, jamás vistos antes en la historia, que se dieron durante el pasado boom.
El contrabando de importación desde los países vecinos que han devaluado sus monedas, que son todos los que rodean a Bolivia, está matando al sector productivo nacional, como lo han hecho notar esta semana los productores de leche.
El costo de producción de un litro de leche en Bolivia es de 75 centavos de dólar, mineras que en los países vecinos es de solamente 25 centavos, diferencia que provoca este fenómeno. Y todo porque en Bolivia el dólar es muy barato y su paridad es fija, mientras en los vecinos se aplica la paridad fluctuante.
Los productores de maíz también están angustiados. En este caso porque los narcotraficantes bolivianos, según informó el diario La Nación de Buenos Aires, entregan la droga en Yacuiba a cambio de maíz argentino, maíz que entra al mercado boliviano y se vende a precios muy bajos. Final de cuento: la producción de maíz ha caído en Bolivia en 30%.
Una confabulación de políticas económicas y el efecto del lavado de dinero de parte del narcotráfico termina afectando a la economía nacional, pero sobre todo al aparato productivo que había podido sobrevivir hasta ahora.
Y, además, llega una “reforma tributaria” que el gobierno había anunciado como una oportunidad para corregir errores, pero que se ha descubierto como una treta para elevar los impuestos en vista de que el gobierno central tiene gastos muy elevados, burocracia multiplicada por seis, y no puede corregir ese error.
Los vecinos empiezan a presionar por gas natural que Bolivia simplemente no tiene y la presión de sector informal sobre la economía formal también se hace notoria.
En medio de estas angustias, el país presiente próximos cambios en la política.
FUENTE:
EL DIARIO
(24-06-2016)